Vuelve a salir el sol después de varios días de un nublado triste, húmedo e impertinente, típico del viento de levante. La primavera vuelve a enseñarnos con alegria los retazos de plantas en flor y campos tupidos de colores, amarillos que nos muestran lo mas hermoso de las espinosas ramas de los jergenes, producto si duda del trabajo mas delicado y dulce de la sabia que rezuma por el interior de sus verdes tallos, cumpliendo así la ley de la propia naturaleza.
El primer signo de la estación de las flores lo conocí por los cantos de los mirlos que ya canturrean desde las frias madrugadas de la segunda mitad del mes de enero; a estas fechas también se oyen en el silencio de la noche. Los bellos y delicados cantos del ruiseñor que revolotean buscando pareja por entre los matorrales y huertas cercanas a los arroyos nos acaricia el oido con su cantos. Signos inequívocos de que la primavera está en Ojén.