Arriba un macho montés "cazado" con la cámara cuando huía monte a través para perderse por las alturas. Esta imagen está tomada a medio camino entre el Nacimiento de Ojén y el Puerto Los Cinco Dedos.
Arriba: la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. Abajo la cruz de hierro, ambos en el Pico de la Cruz de Juanar.
Hace unos días a poco de amanecer y, como el tiempo era muy bueno, cogí la mochila, me calcé las botas y, palo en mano, tomé el camino hasta llegar en primer lugar al Nacimiento de Ojen, depués Puerto los Cinco Dedos, posteriormente coroné el Puerto los Charcos; crucé el olivar de Juanar para tomar el camino que cruza el bosque de pinos en dirección a La Concha. Al llegar a un collado hay un cruce de caminos, a la derecha va a La Concha, a la izquierda sube a la Cruz de Juanar por su ladera oeste. También se puede subir desde su cara este desde el Mirador de Marbella, pero la ruta elegida me gusta más porque el paisaje es más frondoso y bonito, y la ascensión se hace mas amena. El pico de la Cruz de Juanar se encuentra a 1.185 metros de altitud en plena Sierra Blanca en el término municipal de Ojén. Las vistas son espectaculares, se ve toda Marbella y la costa circundante. En días claros con vientos de norte y, a veces también con poniente, se puede divisar el Peñón de Gibraltar y la Cordillera del Atlas en Marruecos. Este recorrido es una buena ruta senderista que se puede hacer en una mañana. En mi caso tardé cuatro horas ida y vuelta con una diferencia de altitud de mas de 800 metros.
Cuenta la leyenda que hace muchos años unos marineros estuvieron a punto de perecer ahogados en el mar en medio de una gran tormenta. Tal fue el peligro hacia un desenlace final que dicho grupo de marineros rezaron y prometieron que si salian con vida de aquella azarosa aventura colocarían una cruz de hierro en la primera porción de tierra que avistasen. Por fortuna pudieron cumplir su promesa. Todos los años por mayo se celebra una misa en lo alto de esta cima.
Cuenta la leyenda que hace muchos años unos marineros estuvieron a punto de perecer ahogados en el mar en medio de una gran tormenta. Tal fue el peligro hacia un desenlace final que dicho grupo de marineros rezaron y prometieron que si salian con vida de aquella azarosa aventura colocarían una cruz de hierro en la primera porción de tierra que avistasen. Por fortuna pudieron cumplir su promesa. Todos los años por mayo se celebra una misa en lo alto de esta cima.